Si hay una empresa que se dedique a cumplir sueños seguro es VIVA. Durante ya varios años ha cumplido el deseo de muchos de “atravesar el charco”, montar en avión y conocer el mar. Ahora, otros tantos pudieron hacer del cielo su lugar de trabajo. Descubre, a continuación, la historia de VIVA sin límites:
Ya por todos es conocida la historia de VIVA AIR, la aerolínea que llegó a Colombia para equilibrar los costos de los tiquetes aéreos y que ha permitido que cientos de personas monten por primera vez en avión. ¡De eso no viene esta historia el día de hoy! Hoy vamos a contar la historia de cómo, gracias a la decisión de su fundación, el cielo se convirtió en el lugar de trabajo de varias personas que no veían ni cercana la posibilidad de conocer un avión.
Estamos hablando de VIVA sin límites. Pero, para empezar esta historia y entender el nacimiento de este programa, es importante tener en cuenta que VIVA es la única aerolínea en Colombia que tiene su propia fundación y que se dedica al trabajo por el desarrollo social, económico y ambiental del país.
¿Cómo se logra convertir en realidad un propósito tan ambicioso como el enunciado por la fundación y traducirlo en un programa que privilegia la empleabilidad en el sector como catalizador de la transformación? Según Tatiana Vásquez, su directora ejecutiva,
Entendimos que muchas personas en el país, por diferentes condiciones socioeconómicas, no podían acceder a la formación para ser tripulantes de cabina. En un esfuerzo por darles un impulso a quienes tenían el gran anhelo de trabajar en la industria aérea, decidimos crear nosotros el proyecto de formación en un tiempo corto de 4 a 6 meses (la norma dice que solo es necesario un tiempo de 3 meses para adquirir los conocimientos requeridos para ser auxiliar de vuelo) y buscar, para quienes terminaran el proceso de manera exitosa, la empleabilidad con Viva.
Cuando hay decisión y voluntad, el cielo no es el límite
El proyecto pasó del papel a la realidad y la primera cohorte hoy es un hecho. “Entregamos 22 becas completas, esto incluyó no solo la formación en la escuela Indoamericana en Bogotá, sino además el hospedaje, la alimentación, el transporte, los seguros médicos y el proceso de licencia. Después de 4 meses de formación en Bogotá, los estudiantes hicieron sus horas de vuelo y el 17 de agosto tuvimos la ceremonia de graduación”, confirma Tatiana.
Sin duda, a estas personas les cambió la vida. El 90 % de los jóvenes del proyecto nunca habían ganado ni siquiera un salario mínimo. El 65 % de ellos son madres o padres adolescentes, y todos pertenecen a estratos 1 y 2.
El anterior diagnóstico se queda corto para entender la transformación social de una oportunidad de empleabilidad en el sector. Tatiana agrega a la historia que “tenemos casos puntuales de jóvenes que se dedicaban al trabajo doméstico, otros a las ventas ambulantes y al trabajo informal. Incluso, una de las jóvenes es una migrante venezolana que llegó al país en busca de mejores oportunidades”.
Los participantes, al culminar su proceso exitosamente, obtuvieron educación pertinente, las herramientas y la licencia que los acredita como tripulantes de cabina. La proyección que hoy tiene la fundación es que todos los becados mejorarán sus ingresos en un 130 %, lo que no solo los beneficia a ellos, sino también a su núcleo familiar.
Las buenas noticias no paran
Desde la fundación y la aerolínea se espera poder anunciar pronto, de manera pública, la nueva convocatoria, pues ya se pasó y aprobó la fase piloto y “queremos darle toda la fuerza a esta estrategia de educación pertinente y empleabilidad para que la compañía y, por supuesto, la industria sean cada vez más incluyentes”, concluye Tatiana. Sin duda, viajar con propósito también es viajar para entregar oportunidades.