El ascenso a Cerro Tusa te deja sin aliento: al ver sus 1850 metros desde la base eres consciente del reto que vas a enfrentar, pero en la cima, observando la inmensidad del paisaje, te das cuenta de que todo valió la pena. Aquí la historia precolombina y cafetera se unen para ofrecerte una experiencia que vas a querer repetir.
Este viaje inició realmente un par de meses atrás, cuando caminamos por otras rutas para prepararnos, como el Cerro de las Tres Cruces o el Páramo de las Baldías. Después de recorrerlas, estábamos listos para visitar Cerro Tusa, en el Suroeste antioqueño. La noche anterior al ascenso revisamos que no faltara nada: botas de agarre, guantes, camisa manga larga, gorra, hidratación, bloqueador solar y bocadillos. ¡Había llegado el día!
El encuentro fue en la Terminal del Sur de Medellín. Allí tomamos un transporte hasta Venecia, municipio donde se encuentra el cerro. Dos horas más tarde, llegamos y al bajar del bus la vimos. Ahí estaba la montaña conocida como la pirámide natural más alta del mundo.
Para ir a la base tomamos un motocarro. Estando ahí dimos las gracias por estar en ese lugar. Además, de manera simbólica, pedimos permiso a la montaña para caminar por sus senderos, tocamos un muro de formación volcánica y nos conectamos con ella.
Un recorrido por la historia precolombina
Antes de empezar, los guías nos contaron su historia, pues no se trata de una montaña cualquiera. Este fue el principal santuario precolombino del territorio y sus pobladores fueron los Zenufaná. En la base se destaca la Piedra del Sacrificio: allí los indígenas rendían culto a la Diosa del Espejo y ofrecían sacrificios de animales y humanos.
Destacado
Cerro Tusa fue el principal santuario precolombino del territorio y sus pobladores fueron los Zenufaná.
Desde la piedra vimos cómo una roca gigante formaba un rostro de mujer en uno de los costados: era la Diosa del Espejo. Algunos estudios arqueológicos concluyen que la figura fue tallada por los indígenas zenufanáes.
Conectar con la inmensidad
Empezamos a subir. “Pisar firme y con seguridad” fue la recomendación que nos dieron los guías. Caminábamos a una velocidad baja porque lo más importante era asegurar la estabilidad de nuestro cuerpo.
Los senderos de rocas y arbustos nos acompañaron, también el silencio y el trabajo en equipo. La montaña se abría entre las nubes para recordarnos lo pequeños que somos. Parábamos algunos minutos, un poco de agua, un mordisco al bocadillo cuando nos faltaba energía y seguíamos.
Destacado:
La ruta de senderismo por Cerro Tusa tiene un nivel de 5/5 en complejidad.
Después de dos horas, y ya en la cima, todo valió la pena. De nuevo le dimos las gracias a la montaña y entendimos la razón de que esta ruta sea catalogada entre los senderistas con una complejidad de 5/5. ¡Lo habíamos logrado!
El origen de una tradición
Recorrer Cerro Tusa también es viajar a los orígenes, al inicio de la tradición cafetera que nos identifica como país. Aquí aparecieron las primeras haciendas cafeteras de Colombia y, además, se cultivaron los primeros sacos de café arábigo exportados desde el país.
Un viaje para conectarnos
Viajamos. Viajamos para conocernos, conectarnos y contarnos. Esas fueron las posibilidades que nos dio este lugar. Al final, entre los arbustos, el sudor, las risas cómplices y una taza de café en la cima, tuvimos la mejor recompensa.
Fuentes:
- Edie Patiño, fotógrafo y guía turístico.
- Antioquia es mágica, programa de turismo del Departamento de Antioquia.
- Museo Cerro Tusa Zenufaná: museocerrotusazenufana.wordpress.com