No solo por sus paisajes y sabores se recuerda a
nuestro departamento. Su música es, también,
un sello de identidad. Conoce la historia de
Antioquia le canta a Colombia.
Deja una guitarra en la plaza de cualquiera de los 125 municipios antioqueños y surgirán sonidos y ritmos tan variados como para llenar la programación de una emisora. Estos son los mismos que suenan en el festival Antioquia le Canta a Colombia, una muestra musical que desde 1975 tiene como fin preservar los sonidos autóctonos del país y, particularmente, de la región antioqueña.
El festival nació con la intención de homenajear los ritmos e historias que acompañan la cotidianidad en el departamento. Unos años más tarde expandió sus fronteras, tal como lo hace la música, y se convirtió en un evento de carácter y resonancia nacional.
El festival Antioquia le Canta a Colombia es una muestra musical que desde 1975 tiene como fin preservar los sonidos autóctonos del país y de la región.
Los bambucos, que recorrieron la cordillera de los Andes
hasta llegar al departamento de Antioquia, y los pasillos, que son la variante colombiana de los vals europeos, son algunos de los géneros musicales que se escuchan año tras año, cuando se celebra este concurso. Desde que surgió las sedes de Antioquia le le Canta a Colombia han sido varias: Medellín, Santa Fe de Antioquia o La Ceja. Actualmente se realiza de manera virtual.
Cada rincón del departamento ha mantenido la costumbre de cantar para permanecer, porque transmitir el legado musical a la descendencia es una manera de seguir vivos en la memoria. Lo hacen en el Urabá antioqueño, donde se inculca la cultura del bullerengue a los niños; o en Concordia, la llamada cuna de la trova paisa, donde se hacen anualmente muestras infantiles de verseo.
Los rituales indígenas conservan mezclas musicales que preservan la historia común de los antioqueños. Con la llegada de los españoles y su cultura, los sonidos autóctonos y los europeos se fusionaron, dotando de características únicas la música típica de la región. La posterior apertura al mundo fue trayendo nuevos ritmos que se adaptaron a las tradiciones y gustos locales.
Ejemplo de ello es la música guasca, que llegó a la región distribuida por vendedores a través del Ferrocarril de Antioquia, inaugurado en 1929. “En la década de 1940 y los años posteriores, dado el gusto por la música popular mexicana que difundían las emisoras y el cine mexicano, los campesinos antioqueños se dieron a la tarea de hacer sus propios corridos, rancheras y huapangos”, se lee en una investigación de la Radio Nacional de Colombia, el servicio de radio pública del país, titulada “Música popular, un género que nació en el campo”.
Antioquia le canta a Colombia es tan importante para la música típica que fue reconocido como patrimonio cultural de la Nación por el Congreso de la República a través de la Ley 1045 del 26 de julio de 2006. Solistas, duetos y grupos que han pasado por allí también continúan con la tradición de conservar historias, tal como pasaba con la música carrilera que recorrió kilómetros en el antiguo Ferrocarril y expandió sus relatos por todos los lugares.
De la misma manera que nosotros escuchamos música para la celebración de una misa o música para celebrar una fiesta patria, los aborígenes nuestros construyeron sus propios instrumentos que representan aspectos muy importantes de la vida de esas comunidades
María Eugenia Londoño
Etnomusicóloga de la Universidad de Antioquia en el documental ‘‘La música en Antioquia’’